sábado, 20 de diciembre de 2008

Capítulo 2: La Mazurka de los Campos Eloteros

Encerrado en un ambiente negro y golpeado por sombras violentas, despertó en una tarde seca a las afueras del reino, adolorido y con resentimientos que en ese momento no recordaba.

En el sendero del maizal, se encontró una boina violeta, color que no era muy común fuera de la familia real de Bellatopia. Justo en ese momento, vio reflejada la imagen de una mujer obesa con largas extensiones de cabello que usaba para compensar su triste realidad. Esta señora contaba con la cara fruncida pronunciando así el constante mal humor que le era característico a sus cuatro décadas de edad.
-¿Y para qué crees que te recogí del basurero?, ¡no sirves para nada!
-Lo siento, su Majestad. Tal vez no sirvo para entretener a la gente después de todo.
-Ay ay ay, no me vengas a hacer dramas, la reina soy yo. Déjame ver... tal vez tú sirvas para otra cosa, hay algo... pero requiere que salgas de la corte.

...
Y de pronto, los pensamientos del señor se volvieron a centrar en el maizal, dejando atrás los vagos recuerdos que tenía de su encuentro con la realeza.
-¿Y esa mujer? Era la reina, pero... ¿De dónde..? En fin... ¿Y ahora, a dónde iba?
-¡Alto ahí!
Con un tono serio y lleno de indiferencia, el joven adulto contestó al aire:
-Divino Rostro, y ¿quién se supone que es usted y por qué me trata con semejante tono?
Se apareció una señora cuya apariencia destacaba por la cantidad de accesorios que portaba. Collares y brazaletes por doquier. Su olor era una mezcla entre aromas del bosque y perfumes baratos mezclados de forma casera. Imponía presencia, fuerza femenina... y olor.
-Debería preguntarle lo mismo, usted está en territorio gitano. ¿Está loco o qué?
-No sé de que me habla pero eso de territorio gitano me suena a que la que no está cuerda es usted.
-Muy chistosito. Sí, sólo estaremos aquí un tiempo pero eso a usted no le importa. Ahora salga de nuestro campo de maíz.
-Ay señora, ¿por qué trata a los extraños con semejante rudeza?
-Será porque el señor ni siquiera se ha dispuesto a presentarse ante una dama como yo. ¿Tiene acaso una rosa para mí?
-No señora, yo no tengo ninguna rosa, pero umm...
En ese momento, el bromista señor arrancó una planta del cultivo de maíz sin ni siquiera preguntar.
-...Le puedo dar esta humilde mazorca... a falta de pan, tortillas.
Con una risa característica de alguien con clase, a pesar de ser una simple gitana, la dama contestó:
-Si me consigue una rosa, puedo ver qué hay en su futuro, aunque esté arrancando nuestra comida.
-Sí señora, usted lo que quiere es sacarme cosas por donde no hay. Dudo mucho que este campo sea de ustedes, de cualquier forma.
-Hmm, para alguien que parece estar todo golpeado y que tiene cara de lentitud mental, déjame decirle que es bastante inteligente.
-¿Golpeado? Tal vez eso explica por qué no recuerdo nada.
-¿Cartas? ¿Té o café? ¿Magia blanca? ¿Magia negra? Yo puedo arreglarlo todo. Usted no quiso presentarse, así que yo lo haré primero. Soy Shaza, gitana nacida bajo el cuarto creciente de la Luna.
Shaza hizo una especie de saludo al aire y dio un pequeño salto que simplemente causó sorpresa en el señor, aunque con cierto repudio.

-Demasiados detalles, yo sólo quiero salir de aqui. La gente como usted me asusta. Son como vendedores pero ni siquiera tienen la decencia de darme algo a cambio. Excepto cuando leen el café. Al menos ahí me lo puedo tomar, me gusta el café. ¿A usted no?
-Por favor deje sus juegos de palabras baratos... que no hace reir a nadie. -contestó Shaza, bastante molesta por las bromitas del señor.
-Tengo vagos recuerdos de que antes me comentaban eso, pero no importa..
Así que quería una rosa, ¿eh? -comentó el señor.
-Sí, en particular me gustan las negras porque me dan un sentimiento lúgubre de pertenencia al mundo.
-Le gustan las negras... ¿o sea que quiere decir que usted...?
-Señor, sus comentarios no me parecen chistosos, hablo de las rosas. Las coloreo con tinta que proviene del Este. Vamos a conseguir una, ¿le parece?
-No, yo debo de ir... a otro lado...
-Usted no recuerda nada, ni quién es ni a dónde debe de ir, así que haremos un trato. Se quedará en nuestra caravana por hoy para descansar y tratar de recordar lo que sea que tiene que hacer, y además le daremos comida y refugio. Usted a cambio me conseguirá una rosa... por aquí hay un jardín silvestre, no debería ser muy dificil.

Confundido, el señor se encogió de hombros y respondió:
-Supongo que no tengo nada que perder... Y eso del jardín, pues me voy a convertir en langosta a ver si del susto las mato y terminan siendo negras sin que las tenga que pintar.
Shaza soltó un suspiro de malestar y verguenza ajena, respondiéndole que se detuviera porque era evidente que los chistes no eran lo de él.

-Ah, y esa boina es mía, así que démela.
-Tómela, estaba muy pequeña para mi de todas formas.
-Silencio, señor.

Los dos salieron del maizal, uno cansado de sí mismo, y la otra cansado del primero.***

***
Continúa: La caravana de los gitanos

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